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AGRA el humor...no la guerra
Dibujos de humor y otras chucherías realizadas por Emilio Agra, Escultor, dibujante y caricaturista venezolano.
martes, 12 de abril de 2011
PIENSO... LUEGO, EMBISTO !
La equivocación de la naturaleza
Cuando estaba en el Primero de bachillerato -hace demasiado tiempo- me adentró en los admirables secretos de la naturaleza, la profesora Fanny Hernández.
Explicaba mi profe de biología -mientras se me subía la enamorada sangre a la cabeza- la eficacia de los procesos reproductivos animales y vegetales; la larga peregrinación de los genes a través de los siglos; la espiral ascendente de la evolución.
No sé si mi fascinación por la ciencia tiene algo que ver con aquel amor adolescente, del que ella -la profesora Hernández- jamás se enteró, pero seguí creyendo ciegamente en la infalibilidad de Madre Natura... hasta hace poco.
Descubrí hace unos años que existe un gravísimo error. Lo expondré de la siguiente manera: los órganos encargados de la semilla humana (Léase ovarios y testículos), están en lugar equivocado. ¡Como lo oye!!
Los espermatozoides y los óvulos deberían tener un punto de partida más acorde con la responsabilidad que les fue impuesta y no el tan alegre y promiscuo que ocupan.
La simiente humana debería ser producida en el órgano más indicado: EL CEREBRO.
Esto traería como sana consecuencia, que solo aquellos(as) individuos(as) que hubieran llegado a un óptimo grado de desarrollo sicológico e intelectual, estarían en capacidad de tener descendencia. Solo aquellos que tuvieran los conocimientos, la responsabilidad y la sensatez necesarias, producirían óvulos o espermatozoides. En una palabra: si no sabe cómo criar a un hijo no lo tendría.
Eso, claro traería algunos problemas; como que alguien apto se una a alguien estéril, pero traería a cambio, la ventaja de que habría menos estupidez.
Creo que la naturaleza aún está a tiempo de corregir, por el bien de la especie y por encima de quien esgrima el asunto de la igualdad etc., etc., porque, justamente ese es el problema de la democracia: que hasta los imbéciles tienen derechos.
La Naturaleza no se ha distinguido por ser democrática y bien puede darse ese gusto, por su propio bien y el nuestro. Aunque traería como consecuencia que en poco tiempo, el planeta estaría prácticamente despoblado.
Emilio Agra. 1995
Cuando estaba en el Primero de bachillerato -hace demasiado tiempo- me adentró en los admirables secretos de la naturaleza, la profesora Fanny Hernández.
Explicaba mi profe de biología -mientras se me subía la enamorada sangre a la cabeza- la eficacia de los procesos reproductivos animales y vegetales; la larga peregrinación de los genes a través de los siglos; la espiral ascendente de la evolución.
No sé si mi fascinación por la ciencia tiene algo que ver con aquel amor adolescente, del que ella -la profesora Hernández- jamás se enteró, pero seguí creyendo ciegamente en la infalibilidad de Madre Natura... hasta hace poco.
Descubrí hace unos años que existe un gravísimo error. Lo expondré de la siguiente manera: los órganos encargados de la semilla humana (Léase ovarios y testículos), están en lugar equivocado. ¡Como lo oye!!
Los espermatozoides y los óvulos deberían tener un punto de partida más acorde con la responsabilidad que les fue impuesta y no el tan alegre y promiscuo que ocupan.
La simiente humana debería ser producida en el órgano más indicado: EL CEREBRO.
Esto traería como sana consecuencia, que solo aquellos(as) individuos(as) que hubieran llegado a un óptimo grado de desarrollo sicológico e intelectual, estarían en capacidad de tener descendencia. Solo aquellos que tuvieran los conocimientos, la responsabilidad y la sensatez necesarias, producirían óvulos o espermatozoides. En una palabra: si no sabe cómo criar a un hijo no lo tendría.
Eso, claro traería algunos problemas; como que alguien apto se una a alguien estéril, pero traería a cambio, la ventaja de que habría menos estupidez.
Creo que la naturaleza aún está a tiempo de corregir, por el bien de la especie y por encima de quien esgrima el asunto de la igualdad etc., etc., porque, justamente ese es el problema de la democracia: que hasta los imbéciles tienen derechos.
La Naturaleza no se ha distinguido por ser democrática y bien puede darse ese gusto, por su propio bien y el nuestro. Aunque traería como consecuencia que en poco tiempo, el planeta estaría prácticamente despoblado.
Emilio Agra. 1995
domingo, 10 de abril de 2011
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